Existe una falsa leyenda de que únicamente los más pequeños caben en el interior de los capós, pero no es cierto. También se han podido ver a los adultos acoplándose entre las 'venas' de los coches en posturas imposibles. Todo, con tal de no congelarse cuando la vida en la calle resulta insoportable.
Así, la Policía ha dado un único consejo sencillo: dar dos golpes en el capó. Haciéndolo, puede asustar a los gatos y hacer que salgan por su propio pie.